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La empresa imprescindible en la formación dual

El pasado 8 de noviembre el Gobierno daba luz verde, a través de un Real Decreto, a la nueva formación profesional, desarrollando el nuevo contrato para la formación y el aprendizaje y estableciendo así las bases de formación profesional dual o en alternancia en España.

Con este Real Decreto se pretende establecer las bases para la implantación progresiva de la formación profesional dual, formación que tiene por objeto la cualificación profesional combinando la enseñanza en el aula y el aprendizaje en la empresa.

Con esta nueva regulación se avanza en el tan esperado acercamiento de la formación de nuestros alumnos a las necesidades reales de la empresa, ya que ésta participa, de forma activa en su formación y aprendizaje.

Esto conlleva que el centro de formación profesional y la empresa deben estrechar sus vínculos y  aunar esfuerzos para favorecer el aprendizaje del alumnado y obtener  un mayor grado de inserción laboral.

Parece lógico pensar que el modelo a seguir sea el alemán, dados su prestigio en el país y sus fantásticos datos (el 90% de los alumnos se quedan en la empresa tras finalizar la formación), pero nuestro tejido empresarial no es el mismo que el alemán y necesitamos adaptar el sistema a nuestras características. No podemos olvidar que en nuestro país el 85% del tejido productivo está compuesto por pequeñas y medianas empresas, situación que, a priori, hace más complicada la implantación del sistema en la empresa, pero no imposible. Muchos hemos conocido la figura del “aprendiz”: persona que aprende algún arte u oficio, y que lo hace trabajando junto al profesional, pues esto mismo habría que hacer al intentar plasmar la formación dual en nuestro tejido productivo. 

¿Por qué no un estudiante de Imagen personal no puede aprender y compaginar sus estudios con prácticas en una peluquería, o un alumno de albañilería junto a un profesional del gremio? En principio no parece complicado, incluso parece sencillo, pero la dificultad comienza al hacernos las siguientes preguntas ¿existe en la empresa española personal con la necesaria formación previa como para actuar como tutores de estos aprendices? ¿Cómo garantizamos la calidad de la enseñanza? En la respuesta positiva a estas preguntas está el gran reto y la tarea imprescindible que tiene que desarrollar la empresa para que el sistema funcione.

Todo pasa por formar a los instructores en la empresa, mediante la formación adecuada y necesaria para fortalecer sus funciones y para ello es necesario sensibilizar a nuestras empresas de las ventajas de participar en la formación de nuestros alumnos y futuros profesionales, no solo por contribuir al desarrollo de nuestra sociedad sino por ellas mismas para mejorar  su productividad y competitividad.

La estrecha colaboración entre los distintos agentes implicados (alumnado, empresas y entidades educativas) es obligatoria para poder garantizar la calidad de la cualificación y del sistema.

En este sentido las Cámaras de Comercio, dada su estrecha relación con las empresas y su condición  de “herramienta” de la administración y  vínculo de ésta con las empresas posee las competencias necesarias para la realización de las distintas labores o funciones que implica  el sistema de formación dual, por citar alguna, explicación del sistema a la empresa, intermediación entre empresas y aspirantes de aprendices, asesoramiento de empresas y aprendices, intermediación en caso de conflicto, formación de los tutores y profesores, supervisión de la formación en las empresas, apoyo a la cooperación entre empresas y escuelas de formación profesional.   

Prueba de que Las Cámaras de Comercio han apostado de una forma rotunda por la formación dual es el acuerdo firmado con las Cámaras de Comercio alemanas para “aprender” su metodología de trabajo y poder aprovechar en España el éxito que el sistema de formación tiene en Alemania.