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África

Entra en vigor el Tratado de Libre Comercio Africano

 

 

La entrada en vigor el Tratado de Libre Comercio Africano (AfCFTA, según sus siglas en inglés) el pasado 30 de mayo supone el primer paso hacia la creación de una de las zonas de intercambios económicos más grandes del mundo, un mercado continental único de bienes y servicios integrado por 55 países y 1.200 millones de personas. Tras la creación de la OMC en 1995, supone el área más grande del mundo de libre comercio y también de libre circulación de capitales.

El proceso ha sido largo y lleno de obstáculos, y aún falta completar varias fases, pero avanza con paso firme. El Tratado comenzó a negociarse en 2012 y se han sucedido muchas rondas negociadoras, no exentas de problemas, pero que han llegado al final a un acuerdo ambicioso. Se han puesto muchas esperanzas en este acuerdo, ya que puede mejorar las condiciones económicas y sociales de la población africana. La producción industrial puede crecer y, en consecuencia, mejorará también la tasa de empleo, con muchas posibilidades de mejorar las condiciones de vida de muchos millones de africanos.

Nigeria, la mayor economía africana fue de los últimos países en  confirmar que firmaría también el Tratado en el mes de julio. Benin y Eritrea son los dos únicos países que aún no han decidido la adhesión al Tratado.

Su entrada en vigor representa la activación del marco legal a partir del que se desarrollarán otros avances, como serían la unión aduanera, la creación de un mercado común y también la posible unión monetaria, que ya tienen por ejemplo algunos países de África Occidental, con el FCA.

Se prevé que se puedan eliminar casi un 90% de aranceles de bienes de consumo pero quedan exentos algunos productos considerados estratégicos. Sólo esta reducción será suficiente para provocar un incremento del 52,3% del comercio entre países africanos, según calcula la Comisión Económica para África de Estados Unidos. A medida que caigan otras barreras y se avance hacia la unión aduanera, los intercambios entre países del continente podrían incluso doblarse respecto a la actualidad.

Por otro lado, el atractivo que  todo ello representa para la inversión extranjera es indudable. África puede convertirse en la nueva fábrica del futuro a bajo coste, como ahora están siendo determinados países del sudeste asiático. China ya está fabricando e introduciéndose en África desde hace muchos años.

Además, la Unión Africana (UA) confía en que esto fomentará la diversificación económica y la industrialización, una de las asignaturas pendientes de muchos países, que basan sus economías en el sector primario.

El proceso ha sido largo para llegar hasta el acuerdo. La diversidad africana, con países con economías muy sólidas y otras muy débiles, ha sido un hándicap para la armonización de la legislación. Hay territorios con una gran capacidad de fabricación de bienes, como Kenia, Sudáfrica, Egipto o Marruecos, que saldrán rápidamente beneficiados del acuerdo, mientras que otros con capacidad productiva, como Guinea Bissau, Togo o Uganda, podrían sufrir más en los primeros momentos.

Además del Tratado de Libre Comercio, también está en marcha la ratificación de un protocolo de libre circulación de personas, aunque a un paso más lento. Mediante este instrumento,  se pretende la protección del derecho de residencia de los africanos en cualquier país del continente. La idea es facilitar que los africanos puedan beneficiarse de la creación de empleo  en los países más desarrollados en economías productivas.

En definitiva, se trata de importantes avances que permiten ser optimistas respecto al desarrollo del continente más deprimido del planeta.