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Sobre la “huida” de empresas de Navarra

Es importante que los sistemas cumplan con el principio de la equidad horizontal, lo cual implica el diseño de sistemas fiscales que eviten los procesos de deslocalización empresarial por razones fiscales

Hace un año aproximadamente se aprobó en Navarra una reforma fiscal que suponía un incremento de la imposición. Desde la Cámara de Comercio de Navarra, elaboramos entonces un informe al respecto y llevamos a cabo un sondeo entre las empresas a partir del cual manifestamos nuestra opinión sobre la citada reforma.

En ese momento, concluimos que la subida impositiva establecida en la reforma no sería positiva para nuestra economía. Naturalmente, compartimos los motivos por los cuales ésta se planteaba: el incremento de los ingresos públicos para mejorar nuestro bienestar a través de la reducción de la desigualdad social, la mejora de nuestra educación, la salud, las leyes sobre discapacidad, etc… Es decir, planteábamos que, compartiendo el objetivo último de la reforma, no estábamos de acuerdo en el instrumento utilizado: la subida impositiva.

Esto es así porque el modelo establecido se aleja de la evolución que han seguido los modelos tributarios en los últimos años en la mayoría de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y de nuestro entorno. Bajo estos modelos, una premisa fundamental es que el sistema tributario contribuya al desarrollo económico, para lo cual se debe fundamentar en tres principios. En primer lugar que el sistema fiscal sea lo más neutral posible, es decir, evite en lo posible el dirigismo impositivo de tal manera que los contribuyentes adopten sus decisiones estratégicas exclusivamente por razones de costes, productividad, rentabilidad económica, y no por razones de naturaleza fiscal. En segundo lugar, es importante que los sistemas cumplan con el principio de la equidad horizontal, lo cual implica el diseño de sistemas fiscales que eviten los procesos de deslocalización empresarial por razones fiscales. En los últimos años, tanto la OCDE como la Unión Europea están tratando de ordenar el proceso de desfiscalización del capital a través de desarrollo de fórmulas de control, intercambio de información, que permitan dotarnos de una fiscalidad horizontal lo más razonable posible a nivel internacional. Si la existencia de distintos regímenes fiscales en términos internacionales es negativa y nada deseable, lo es aún más a nivel de los distintos territorios de un estado, que, sin duda, hace mucho más fácil, rápida y económica la deslocalización de las empresas que buscan el régimen fiscal más favorable. En tercer lugar, es deseable que el sistema fiscal sea sencillo. Cuanto más simple es un impuesto, menores son sus costos de cumplimiento y de administración.

La información dada a conocer estos días en un medio económico nacional sobre los movimientos de empresas entre comunidades autónomas refleja un incremento sustancial en 2016 en el número neto de empresas que trasladan su sede social de Navarra a otras regiones de España. Esto no es sino la evidencia de que la mayor presión fiscal en Navarra en relación a otras comunidades autónomas nos aleja del principio de equidad horizontal y tampoco es eficiente: aumenta el número de empresas que decide dónde localizarse en base a motivos fiscales y no a otras variables económicas.

Si bien en el corto plazo el incremento de la presión fiscal puede suponer un aumento de los ingresos, a medio y largo plazo incidirá negativamente en nuestro crecimiento, en la capacidad para atraer empresas y con ello en nuestros ingresos, por lo que no se conseguirían los resultados y objetivos establecidos con la reforma. Esta situación no es deseable y menos en el caso de Navarra, que cuenta con autonomía fiscal y, por tanto, la capacidad de diseñar una política fiscal orientada a impulsar su crecimiento económico y social.