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La importancia de los Tratados de Libre Comercio

Un Tratado de Libre Comercio es un acuerdo comercial vinculante firmado por dos o más países que acuerdan una serie de preferencias arancelarias mutuas y también la reducción de barreras no arancelarias para el comercio de bienes y servicios entre ambas naciones.
El objetivo de los TLC es eliminar barreras para la exportación e importación de productos entre naciones. Las ventajas son claras: reforzar la estabilidad macroeconómica, incrementar las exportaciones e importaciones y diversificar mercados, reforzar la seguridad jurídica y facilitar las reglas del juego en el comercio internacional.

Últimamente oímos hablar con frecuencia  en los medios de comunicación de los Tratados de libre comercio, con posturas a favor y en contra, especialmente por el TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones), que está negociando la Unión Europea con Estados Unidos y que ha pasado casi a ser una cuestión política, más que meramente comercial de facilitador del comercio entre las regiones económicas más importantes del mundo.

Se acaba de aprobar el Tratado de Asociación Transpacífico entre 12 países de ambos lados de este océano: Estados Unidos, Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Pero sorprende que importantes economías como Colombia, Filipinas, Indonesia, China, Corea del Sur o los países centroamericanos, además de todas las islas del Pacífico, hayan quedado fuera de este Acuerdo.

¿Pero qué es un Tratado de Libre Comercio? Se trata de un acuerdo comercial vinculante firmado por dos o más países que acuerdan una serie de preferencias arancelarias mutuas y también la reducción de barreras no arancelarias para el comercio de bienes y servicios entre ambas naciones.  Estos TLC incorporan habitualmente otras normas relativas a inversiones, servicios financieros, propiedad intelectual, telecomunicaciones, aspectos laborales y muchos otros, que además tienen un plazo indefinido, es decir, se firman con vocación de perpetuidad para garantizar el libre comercio de bienes y servicios.

Los objetivos de los TLC son  el desarme arancelario: eliminar barreras arancelarias y no arancelarias para la exportación e importación de productos entre naciones. Derivado de este mayor flujo de mercancías, se aumenta la producción de productos nacionales, se genera empleo, hace a las empresas más competitivas, fomenta la creación de nuevas empresas, la inversión entre ambos países y la compra de productos extranjeros más baratos, además de facilitar los procedimientos aduaneros que en ocasiones resultan muy engorrosos entre determinados países.

Las ventajas son claras: reforzar la estabilidad macroeconómica, incrementar las exportaciones e importaciones y diversificar mercados, reforzar la seguridad jurídica y facilitar las reglas del juego en el comercio internacional.

En el lado opuesto podemos encontrar algunas desventajas como el consumo de muchos recursos de Comités y grupos sectoriales que dedican muchas horas de trabajo, la competencia de otros países que venden sus productos mucho más baratos por tener bajos costes de producción, problemas medioambientales  por exceso de producción no bien regulada…

Se han notificado a la OMC, Organización Mundial del Comercio, a fecha 1 de enero de 2015,  más de 100 TLC firmados  o en proceso de negociación.

En el caso de España, es la Comisión Europea la que negocia en nombre de todos los Estados miembros los Tratados con terceros países.

Estos Acuerdos son sin duda, desconocidos para una gran mayoría de empresas y operadores del comercio internacional y ofrecen ventajas no suficientemente conocidas y aprovechadas.

Son imparables y su firma, sin duda, redundará en un mayor flujo comercial entre Estados y la generación de empleo tan necesaria en muchos países.