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Digitalización. La clave es formarse

La capacidad de adaptación a los cambios tecnológicos y a la digitalización es clave para que las empresas aumenten su competitividad y, para ello, el necesaria la formación. Por eso, debe estar contemplada en los programas de educación y en la formación empresarial continua.

Que las empresas aumenten su competitividad es, o debería ser, uno de los objetivos prioritarios destinados a los programas de educación y formación empresarial.

De la misma forma, y si seguimos hablando de competitividad, la capacidad de adaptación a los cambios tecnológicos y a la digitalización es otro factor muy relevante para conseguirla.

Si unimos ambos factores, formación y digitalización, nos encontramos con un binomio inseparable: para conseguir la digitalización es necesaria la formación. Sin embargo, en muchas ocasiones este binomio no se cumple ya que, en no pocas ocasiones, ambos factores se ven como un gasto y no como una inversión que pueda redundar en la mejora empresarial.

Los principales obstáculos para la digitalización son la falta de recursos y la escasa formación digital que tienen la mayoría de las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas; por ello se hace imprescindible impulsar la formación, tanto en el sistema educativo, propiciando las enseñanzas en materias técnicas y de ciencia, como en la formación continua dentro de las organizaciones empresariales, formando a los empleados en todas estas nuevas aptitudes y desarrollando así el talento interno. Según el último barómetro del talento y cultura digital de ISDI (Escuela líder a nivel mundial en educación digital) “el 28,72% de los puestos de trabajo en este ámbito se cubren únicamente con talento interno, mientras que en el 60,64% de los casos se combina el talento interno con consultores digitales y/o nuevas contrataciones”. Esto quiere decir que las empresas optan más por el talento interno combinándolo con contrataciones externas, que con nuevas contrataciones, de ahí la importancia en la detección de personas, dentro de las organizaciones, proclives al cambio digital y a la formación para alcanzarla.

La creación de páginas web, la gestión de datos a gran escala, el business inteligence, la presencia en redes sociales, la generación continua de contenidos, el comercio electrónico, la ciberseguridad o el uso de la nube, son herramientas con las que la empresa, no solo va a tener que convivir, sino que va a necesitar dominar para no perder el tren de la digitalización y por ende el de la competitividad. Pero ¿Puede el sistema educativo formal cubrir estas aptitudes? Parece que, en estos momentos, es bastante difícil que lo haga, ya que los cambios tecnológicos se producen a una velocidad vertiginosa que contrasta claramente con el ritmo al que se producen los cambios en los currículos educativos. Sin embargo, la formación no reglada, impartida por centros o instituciones no tradicionales pero cercanos al mundo empresarial, puede suplir estas necesidades formativas gracias a su flexibilidad y facilidad de adaptación.

La formación y flexibilidad para adaptarse a estos nuevos desafíos serán la clave para tener empleo y acceder a las nuevas profesiones que surgirán en un futuro próximo, formación que, a mí entender, está lejos de la educación reglada.

Tanto es así que el Gobierno ha puesto sobre la mesa que, además de las certificaciones profesionales que ya existen, se tengan en cuenta las necesidades que detecten las empresas para crear certificaciones profesionales adaptadas a las nuevas realidades y necesidades que surgen en el mercado, considerando así los nuevos desafíos tecnológicos como una oportunidad para la formación en las nuevas competencias digitales o de alta tecnificación. No olvidemos que aunque la digitalización y la inteligencia artificial serán responsables de la pérdida de muchos puestos de trabajo en los próximos años, también crearán nuevas oportunidades.

Por lo tanto, parece obvio que para tener un empleo vinculado a las tecnologías del futuro y para llevar a la empresa a la necesaria digitalización, la clave será formarse en instituciones y centros formativos que sepan adaptarse a estas nuevas necesidades de la empresa y del mercado laboral.